Para la mayoría de nosotros, el chisme es una tentación, quizás más como receptores que como divulgadores. Y esto es porque las palabras del chisme son como “bocados suaves”. Un jugoso bocado de chisme se recibe con agrado, lo disfrutamos porque nos hace sentir superiores a la persona que es el objeto del chisme. Pero el chisme siempre tiene tres víctimas: aquel de quien se habla, el que habla, y aquel a quien se le habla. A pesar de lo delicioso que pueda parecer, la Biblia condena fuertemente el
Page 184